miércoles, abril 16, 2014

Sacapiés.





Y así como si nada, los rincones, rendijas y espacios inalcanzables (para un corpóreo humano), van robándose mis cosas. Sin permiso.
En la noche, seguramente.
A mi no haber, ya cuentan llaves, pernos, botones, monedas, caleidoscopio, lápices y una corbata.

Aspiran.
Atraen
y luego tragan.

Hoy pasé una hora buscando el sacacorchos. Como iba a imaginar yo?, que ese artefacto indispensable, sería del gusto preciso, del rincón izquierdo detrás del sillón felpudo verde moco en ruinas?, pero ahí estaba.
Abrigado en lo oscuro y polvoriento de esa esquina.
Casi que escucho su risa, como jugando a las escondidas.
Un misterio es como los atrapan. O si las cosas llegan solitas, llegada la hora no-humana, les aparecen patitas, cual ciempiés, avanzando a quemarropa, por el suelo con días sin barrer.

Pero, sin duda, lo que mas me inquieta, es el por que?
por travesura?
si ni siquiera se los comen.
solo los empolvan.

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