miércoles, enero 29, 2014

Quetal.




"- Hola, buenas. Como está?. Pase.

 - Gracias. Bien poh. Hay que decir que bien... no?"

Se nos enseña de chiquititos, una especie de reverencia social, de protocolo cronopio. Hacer una pregunta y sin importar la realidad, la respuesta es la misma. Una hipocresia republicana. 

O quizás es una especie de contraseña, cual puerta oscura y desterrada, de un tugurio ferviente..."canalla llamando a cannalla". Somos de los mismos, pensarán los pequeños cerebros intracraneales, que (como todos sabemos) es lo que piensa, ahí en el centro de comandos y hacer mover la boca, lengua y demases, para que salgan esas lindas y aceptadas palabras.

Claro, se puede estar siempre bien (aunque eso de "siempre", aún no lo comprendo), pero no pasa por responderlo a los cuatro vientos, no creo que eso influya, aunque hay quienes dirían que las palabras si crean realidades, nunca me ha pasado, por lo menos, que al responder "bien", haya cambiado mi ánimo. Al contrario, en cierta forma peor, ya que si las cosas no iban bien, aquella mañana otoñal, se le suma la sensación de esconder algo, tras esa mentira social-mente válida. No arregla, ni repara.

Es como una pintura de segunda mano, sobre los restos de la antigua descascarada y desteñida. Una manito de gato.

" - Gracias
  - De nada..."

No hay comentarios.: