lunes, septiembre 16, 2013

Viaje por el río...





Este viaje de , 3 días y 5 noches, en bote por el Amazonas, es como la vida de los inmortales, de esos inmortales Borgianos, vagabundos y flojos, sabiendo que en algún momento harían todo... no hacen nada, ya que no hay apuro, no hay fecha de cierre. Son inmortales, para que procurarse el trabajo hoy ?.
Hace dos horas y media, desperté. Ya tomé el Café da Manhà ( desayuno), me lavé los dientes, preparé el misil mañanero (que aún no se le hace procesión), descargué el estanque, subí, bajé escaleras y aún no me ducho... por qué?, bueno por que hay tiempo... muuucho tiempo. Son tres días para llegar a puerto y subir a los caballos nuevamente. Tres días en un ferry, que tiene de todo, no me puedo quejar. Tres comidas al día, una hamaca donde dormir, espacio vital suficiente, baños semi-limpios, harto confort, tres días, cinco noches, dos amigos y 70 sudamericanos. A pesar de lo estrecho del lugar, creo que de alguna forma la rutina diaria se hace sin molestarse el uno con el otro, si no se quiere... Si se quiere, eso ya es otro asunto.
Es un río gigante. Una cultura fluvial inimaginable para quien creció en tierra firme y en donde los ríos se usan sólo para bañarse, pasear en bote, sentarse a conversar con las patitas en el agua y cosas así.
Acá el río es mucho mas. Es la conexión, es la súper carretera por el cual se conectan al mundo y a sus vecinos. Los barcos llevan de todo. De hecho diría yo que las cosas que transportan, ocupan mas espacio que las personas. Barcos de ida, barcos de vuelta, atravesando, subiendo, bajando... de hecho anoche, entre sueños, creo haber visto uno volando...No es difícil imaginar unos cuantos botes fantasmas entre tanta canoa. No faltara la mítica e inexplicable aparición que crea ese mundo onírico e impalpable, que hace de un lugar y sus costumbres algo mágico. Sobre todo para el forastero, que cree cualquier cosa que le dicen, "mas por poesía, que por realidad", pero la cree.
Como decía, aún no me ducho y creo que lo haré incluso mas tarde. No como las Madres acá presentes, que apenas aclarando el alba, salen de caminar sonámbulo, saltan de la hamaca al baño a preocuparse de su aseo personal y por que no, de su aseo mental, dándose unos valiosos minutos de hacer nada. Así es, nada. Simplemente afirmarse de la baranda y mirar el río. Ver como va aclarando. O recordar ese último sueño, en el que gustosas, hubieran seguido inmersas...
A primera hora lo hacen, cuando a los hombres aún les queda media noche por dormir... A primer ahora lo hacen por que luego su día ya no les pertenece. Ya no es propio, sino arrendado a sus pequeñas costillas.

Deben tener un ojo puestas en ellas hasta que, ya exhaustos, vuelvan a cerrarlos por unas horas, cuando caiga el Sol y las estrellas mantengan todo a media luz. Después de un largo día.

Mientras tanto, caminan de un lado al otro, al parecer sin razón, aparentemente digo, por que si apuntamos la vista a sus pies, veremos que (sin superar la rodilla), van pequeños engendros humanos, caminando sin razón ni fin conocido. Simplemente caminando hacia algún lado.
Caminando hacia el suicidio incluso, hacia el extremo de la orilla.
Querrán suicidarse realmente o serán solo seres faltos de conciencia y ubicación temporo-espacial?, no me atrevería a asegurar alguna. Cuantos niños suicidas habría que clasificar en el acta de defunción?, si no fuera por esas abnegadas madres, que arriendan su vida, en pos de ver como esa costilla inconsciente y tambaleante se convierte en un hombre. Para luego seguir siendo enseñado (y amaestrado) ya por otra mujer. Una que lo elija a él o que él elija... que a través de mafiosos embrujos se lo lleve a su madriguera y juegue nuevamente a ser madre, de una costilla ya mas vieja, menos inocente y un poco mas bruto. De una costilla ajena, a primera vista, pero que le dará pequeñas e inocentes costillas propias...

Como decía, son tres días de hacer nada. De ver como pasa el agua bajo el bote. Mirar árboles, falar portugñol, comer, mirar mas agua, siesta, ver a madres corriendo tras sus costillas, ver a padres tratando de emborracharse y mirar como las arañas frente a mí, cada mañana vuelven a rehacer sus agujereadas telas... ya sea por dedos, ropas rozantes, hojas voladoras y quien sabe, si hubo suerte, un jugoso bicho amazónico, que le entregue su energía vital, para seguir haciendo redes inconclusas, cual Penélope de río.

El día comienza con el rojo-sado y mágico amanecer del astro rey. A las 5:30 ya se está desayunando.
Se almuerza a las 11:30 y las cena es a las 17:30, con el bello atardecer de estas latitudes. Eso marca las horas del día...
Y aún, viejita... aún no son ni las 08:00 am. Otro ritmo.

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